Durante gran parte del periodo colonial, las autoridades españolas no contabilizaron a la población de los reinos americanos, sólo lo hicieron para los indios y ello con fines fiscales. Para la llamada provincia de Chiapas (que a diferencia del actual estado de Chiapas no incluía ni el Soconusco ni la Región Sierra) el primer censo general de población con el que contamos es de 1759. Si queremos hacernos una idea por lo menos aproximativa de la población de la provincia de Chiapas y de su evolución antes de esa fecha, tenemos que recurrir a las llamadas "relaciones de tributarios", en las que se registraba, pueblo por pueblo, el número de tributarios que formaban parte de éste. En efecto, los indios estaban obligados a entregar dos veces al año un tributo a sus encomenderos o a la Corona española. El monto del tributo que debía pagar cada pueblo se calculaba con base en el número de tributarios que lo componían.
Aunque la definición exacta de lo que era un tributario fue variando a lo largo del tiempo podemos decir que un tributario equivalía aproximadamente a una familia india. El promedio del número de integrantes de esas familias también variaba mucho de un pueblo a otro y de un periodo a otro, según si la población india estaba disminuyendo o creciendo. Cuando asolaban las plagas y las epidemias, un tributario podía equivaler a tan sólo tres personas, pero cuando la población india estaba recuperándose, podía equivaler a cinco o hasta seis personas. Así, la evolución del número de tributarios a través del tiempo nos permite conocer en forma aproximativa y atenuada las tendencias principales de la dinámica demográfica de los indios de la provincia de Chiapas.
Este mapa se compone de una línea de tiempo interactiva, la cual comprende el periodo de 1585 a 1825, y que muestra el cambio en el número de tributarios por pueblo de acuerdo a una escala de círculos graduados por su tamaño. El usuario puede moverla arrastrándola con el cursor o dando clic en el ícono para que avance a modo de animación temporal. Cada periodo con una vista del mapa está resaltado en la línea de tiempo. Aquellos periodos que van acompañados de un texto descriptivo tienen los símbolos . El mapa incluye una opción para activar o desactivar las distintas capas. Al dar clic sobre un círculo-pueblo aparece una gráfica con la evolución de sus tributarios.
Texto e investigación: Dr. Juan Pedro Viqueira (Centro de Estudios Históricos. El Colegio de México.)
Diseño cartográfico y web: Mtra. Gabriela Fenner Sánchez y Mtro. Iván Martínez Zazueta
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Regionalización utilizada
Para facilitar el análisis de la evolución del número de tributarios, hemos dividido la provincia de Chiapas en distintas regiones. Esta regionalización se aparta de las usadas más habitualmente, que suelen basarse en accidentes geográficos o en divisiones administrativas actuales, que no son pertinentes para el periodo colonial. Hemos usado esta regionalización tanto en nuestra tesis doctoral, "Cronotopología de una región rebelde. La construcción de los espacios sociales en la alcaldía mayor de Chiapas, 1520-1720", como en el libro que escribimos en coautoria con Tadashi Obara-Saeki, El arte de contar tributarios. Provincia de Chiapas, 1560-1821.
Dicha regionalización se compone de dos niveles: cinco grandes regiones (Depresión Central y Vertiente Sur del Macizo Central, Montañas Mayas, Montañas Zoques, Estribaciones y Llanuras de Tabasco, Meandros y Ciénegas del Usumacinta). Estas dos últimas regiones se extienden principalmente en el territorio de Tabasco y sólo incluyen, cada una de ellas, un pueblo de Chiapas: Amatán y Palenque, respectivamente. Estas grandes regiones se subdividen a su vez en un número variable de regiones más pequeñas o paisajes humanos, como se muestra en el mapa.
Señalemos que algunas de nuestras regiones tienden a coincidir con lo que durante el periodo colonial se denominaban partidos o provincias, que no eran realmente divisiones administrativas, sino que señalaban, sin una estricta precisión, áreas de Chiapas que las autoridades españolas consideraban como relativamente homogéneas. Algo relativamente similar a lo que hacemos hoy en día cuando nos referimos a regiones como la Huasteca o la Comarca Lagunera, que no coinciden con ninguna división político-administrativa y cuyos límites son difusos. Así la gran región de las Montañas Zoques coincide en gran medida con el partido de Los Zoques. De entre los paisajes humanos que manejamos, varios se asemejan mucho a otros partidos del periodo colonial: las Montañas Zendales con Los Zendales; los Valles de Huitiupán con la Guardianía de Huitiupán, las Montañas Chamulas con Coronas y Chinampas; y los Valles de Jiquipilas con el partido de las Jiquipilas.
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Mapa de tributarios de 1585
Los primeros datos sobre el número de tributarios en la provincia de Chiapas son de finales del siglo XVI.
Para esas fechas, la población india había sufrido una enorme caída demográfica como consecuencia de la conquista y colonización españolas,
especialmente por la llegada de Europa de enfermedades altamente contagiosas y mortíferas desconocidas en América para las cuales los indios
no estaban inmunizados. Su número se redujo de más de la mitad en tan sólo unos 60 años. Su distribución a lo largo del territorio de la
provincia, en cambio, parece seguir patrones similares a los que existían antes de la Conquista: la región más densamente poblada era el margen
derecho —siguiendo la corriente del río— del valle del Río Grande (ahora Grijalva) y el suroeste de las
Montañas Zoques. De hecho, casi
todos los pueblos más grandes (Chiapa de indios,
Tecpatán,
Copanaguastla, Coapa y
Copainalá)
se encontraban sobre el Camino Real que atravesaba
esas dos regiones y que vertebraba toda la economía de la provincia. Sólo Comitán,
el tercero por su número de tributarios, se encontraba fuera
de esa ruta comercial. También las Montañas Zendales contaba con una red de
pueblos de mediano tamaño que se encontraban casi todos a la vera del llamado Camino de Los Zendales.
Mapa de tributarios de 1664
Entre 1585 y 1664, la población india de Chiapas siguió disminuyendo, pero a un ritmo mucho menor. En cambio,
la distribución de esa población a lo largo del territorio de la provincia de Chiapas sufrió cambios importantes.
Muchos de los pueblos que se encontraban en el margen derecho del valle del Río Grande, en especial los de la
Hondonada de Copanaguastla y los de los
Valles Coxoh perdieron la gran mayoría de sus habitantes o incluso desaparecieron
como consecuencia de las epidemias. Sólo San Bartolomé de Los Llanos (ahora Venustiano Carranza), ubicado a una mayor altitud,
conoció un gran crecimiento, duplicando su número de tributarios. Tuxtla pasó de
ser una pequeña aldea zoque a convertirse en el segundo asentamiento con más tributarios de la provincia, acercándose a
Chiapa de Indios (ahora Chiapa de Corzo), que seguía
siendo el más poblado. Las Montañas Zendales y
Valles de Huitiupán conocieron también un crecimiento de su población india
muy importante, seguramente beneficiándose de la poca presencia de población española.
Las Montañas Zoques, antes
muy prósperas, perdieron parte de su población india. Sólo Tecpatán logró mantener
su importancia económica y vio, después de una baja, crecer en algo su población india.
Mapa de tributarios de 1691
Entre 1664 y 1691, la población india de la provincia de Chiapas dejó de disminuir y pareció estabilizarse. En ese momento,
podría haberse pensado que su evolución demográfica tendería a seguir las pautas de la vecina Nueva España —brutal caída de
la población seguida de una lenta recuperación a partir de la década de 1620— sólo que con un retraso de unos 40 años, lo que
a la postre habría de resultar falso.
La distribución regional siguió las tendencias anteriores. El valle del Río Grande siguió perdiendo habitantes y pueblos que
habían tenido una enorme importancia desaparecieron por completo, como fue el caso de Coapa.
Copanaguastla quedó reducida a su
mínima expresión, al igual que Pochutla y, en menor medida,
Aquespala y Huitatán.
Este despoblamiento facilitó la extensión de grandes haciendas ganaderas en la región. El Camino Real que seguía el margen derecho del
Río Grande empezó a tener serios problemas: entre Escuintenango y
San Bartolomé de Los Llanos, mediaban 80 kilómetros y
no había ninguna población digna de ese nombre en la que pudieran descansar y repostar los viajeros.
Aunque Chiapa y Tuxtla
mantuvieron su población india, la articulación
regional de la provincia sufrió un cambio fundamental. Los españoles empezaron a buscar la forma de sacar provecho de la cada vez más
abundante población que se encontraba en las Montañas Zendales,
especialmente en su parte norte. Se obligó a los indios a pagar gran
parte de su tributo en dinero, cuando antes lo hacían en especies (maíz, frijol y chile) para obligarlos a buscar trabajo en las
haciendas de Ocosingo y de Tabasco o a cultivar cacao en el valle del río Tulijá. La llegada de españoles y ladinos a las
Montañas Zendales
parece haber provocado que algunos indios hayan abandonado las cabeceras de los pueblos y se hayan refugiado en parajes distantes,
logrando algunos de ellos no ser contabilizados como tributarios. Finalmente las Montañas Zoques siguieron despoblándose
lentamente, a pesar de la fundación del pueblo de Chicoacán por indios de Tabasco que huían de los ataques de los piratas.
Mapa de tributarios de 1733
Entre 1691 y 1733, la provincia de Chiapas volvió a conocer una muy importante caída demográfica lo que la apartó por completo
de la dinámica general que se manifestaba en la Nueva España. Si el nadir de la población tributaria en la Nueva España tuvo lugar
en la década de 1620, en Chiapas se produjo en 1733, más de un siglo después. Las razones de esta disminución del número de indios
se conocen bastante bien: una serie de malas cosecha agrícolas a fines del siglo XVII y principios del XVIII, que fueron acompañadas
de una gran inestabilidad política y social: el motín de Tuxtla en 1693; la rebelión causada por el visitador real Francisco Gómez de
Lamadriz en 1701; y, sobre todo, la gran sublevación de 1712 a la que se unieron casi todos los pueblos de las
Montañas Mayas.
Ninguna región se salvó de esta catástrofe demográfica: Chiapa
perdió la mitad de su población tributaria y Tuxtla una sexta parte.
Varios pueblos del valle del río Grande desaparecieron del mapa (Copanaguastla y Huitatán) y otros quedaron reducidos a su mínima expresión.
Sólo San Bartolomé de Los Llanos continuó creciendo y se convirtió en un polo de atracción muy importante al hacerse de tierras de algunos
pueblos que desaparecieron en el fondo del valle. En los Valles de Jiquipilas, Magdalena de la Pita se despobló por completo, mientras que
Jiquipilas se quedó sin tributarios indios y fue repoblado por negros y mulatos.
En las Montañas Zoques, el despoblamiento continuó,
afectando especialmente a sus pueblos más importantes: Tecpatán y
Copainalá.
Como era de esperarse, la región más castigada por la baja demográfica fue la de las
Montañas Zendales, epicentro de la sublevación de 1712,
que perdió casi la mitad de sus tributarios, como consecuencia de la represión y de la plaga de chapulines que se abatió sobre la región
en los años siguientes. Muchos indios, además, huyeron a Tabasco o se escondieron en las selvas, bosques y montañas, de tal forma que las
autoridades españolas ya no lograron censarlas.
Mapa de tributarios de 1776
El periodo entre 1733 y 1776 empezó con muy buenos augurios. Después de las desastrosas décadas anteriores, la población india se recuperó
rápidamente hasta alcanzar un número similar al que tenía antes de la sublevación de 1712. Sin embargo, en 1769 se desató una nueva plaga de
chapulín que duró tres años y volvió a provocar una fuerte mortandad entre los indios.
Chiapa terminó de hundirse y Tuxtla, que había logrado
ser designada como sede de una nueva alcaldía mayor, perdió la mitad de su población india, lo que frenó en seco su desarrollo. Varios pueblos
del valle del Río Grande se quedaron sin habitantes: Comalapa,
Yayahuita, Ostuta y
Pochutla. Hasta San Bartolomé de Los Llanos sufrió una
merma en su población india. Sólo Comitán y sus haciendas continuaron su crecimiento
para volverse el principal centro económico de la provincia.
En los Valles de Jiquipilas, los últimos habitantes de Tacuasín se mudaron a
Cintalapa.
Los equilibrios regionales en las Montañas Zoques conocieron una transformación
muy importante. La Sierra de Tecpatán siguió
perdiendo población india, en especial Copainalá y
Tecpatán. En cambio, los pueblos de las
Estribaciones de Chapultenango, en
donde las plantaciones de cacao se multiplicaron, crecieron rápidamente hasta duplicar su población.
Las Montañas Chamulas también duplicaron su número de tributarios. Al rápido crecimiento natural de su población, se sumó un mayor esfuerzo de
las autoridades españolas por contabilizar a los indios que vivían en parajes, lejos de las cabeceras de los pueblos.
Las Montañas Zendales empezaron recuperando su población india, pero la plaga de chapulín les afectó enormemente, de tal suerte que volvieron a
sufrir una merma demográfica muy importante. Esta catástrofe impulsó, además, a muchos naturales a abandonar las cabeceras de sus pueblos.
Algunos se refugiaron en el valle del río Tulijá, mientras que otros fundaron el pueblo de Sabanilla en donde encontraron tierras fértiles de
buena calidad.
Mapa de tributarios de 1817
A fines del siglo XVIII, empezó una nueva fase en la historia demográfica de Chiapas, la de un crecimiento constante y cada vez más acelerado,
interrumpido sólo momentáneamente por algunas plagas y epidemias o por conflictos sociales mayores, como lo fue la revolución de 1910-1921.
Este crecimiento generalizado tuvo de todas maneras ritmos regionales diferenciados entre 1776 y 1817. Los pueblos de los
Valles Coxoh (Coneta,
Escuintenango) se quedaron sin tributarios, al igual que
Comalapa y Yayahuita,
en la vecina región del Pie de Monte Cabil. Los sobrevivientes se
refugiaron en las estancias ganaderas que siguieron expandiéndose. Más al noroeste, en las
Barrancas y Lomeríos de Acala, el número de tributarios
disminuyó ligeramente. En los Valles de Jiquipilas,
Ocozocoautla no logró recuperarse de los estragos que había causado la plaga de chapulín.
En cambio, Cintalapa conoció un rápido crecimiento, que lo llevó a convertirse
en el principal asentamiento de la región, en la que proliferaron
las haciendas ganaderas. Chiapa siguió perdiendo población india y su decadencia
se profundizó aun más. En cambio, Tuxtla logró recuperarse
un poco (y sólo un poco) de los estragos que había causado la plaga de chapulín de 1769-1771.
En Comitán la población india siguió creciendo, aunque a un ritmo menor, seguramente
porque muchos indios que vivían en las haciendas cercanas no fueron contabilizados. San Bartolomé de Los Llanos,
en cambio, se recuperó con creces de la pequeña disminución de tributarios que había sufrido tras la plaga de chapulín.
Por su parte, las Montañas Mayas conocieron un crecimiento demográfico espectacular. Las migraciones de indios, en busca de
nuevas tierras de cultivo, dieron lugar a la aparición de nuevos asentamientos como Pantelhó,
San Juan El Bosque (que sólo será reconocido como
pueblo después de la Independencia), Salto de Agua,
San Pedro Sabana y San Carlos Nacaxtlán (ahora Altamirano).
Los padrones de tributarios de las Montañas Zoques muestran
también que esta región empezó, por fin, a recuperarse demográficamente,
a pesar de que varios pueblos de las Estribaciones de Chapultenango y
de la Sierra de Tapalapa no lograron ser contabilizados por
las autoridades españolas. Caso excepcional, la región de la Sierra de Tecpatán
—que había sido en centro de gravedad de las Montañas Zoques en los
siglos XVI y parte del XVII— siguió perdiendo población. Este se desplazó al norte, a las
Estribaciones de Chapultenango, que gracias a sus prósperas
plantaciones de cacao atrajo a muchos habitantes, no sólo indios.
En vísperas de la Independencia, la provincia de Chiapas tenía una población india más o menos equivalente a la que había conocido en el último
tercio del siglo XVI. Sin embargo, su distribución regional había cambiado por completo. Mientras que el Valle del Río Grande (Tuxtla incluida)
había concentrado una tercera parte de la población india a fines del siglo XVI, a principios del XIX sólo representaba el 5% del total de la provincia.
También las Montañas Zoques había visto reducirse a la
mitad su peso demográfico y su distribución interna se había alterado por completo. Las
Estribaciones de Chapultenango habían desplazado por
completo a la Sierra de Tecpatán.
En cambio, los Llanos de Comitán y las
Terrazas de Socoltenango habían pasado de concentrar
el 10% de la población india a poseer un 16% en vísperas de la Independencia. La gran región que había conocido un crecimiento de su población india
habían sido las Montañas Mayas
cuya población pasó de representar un 31 % del total de la provincia a sumar un 62% de dicho total a principios del XIX.