Regionalización empleada
Macro-regiónRegión
Depresión Central y Vertiente Sur del Macizo CentralBarrancas y Lomeríos de Acala
Chiapa y Cuenca de Tuxtla
Cuxtepeques
Hondonada de Copanaguastla
Llanos de Comitán
Llanuras de Suchiapa
Pie de Monte Cabil
Terrazas de Socoltenango
Valles Coxoh
Valles de Jiquipilas
Estribaciones y Llanuras de TabascoSierra de Tapijulapa
Meandros y Ciénagas del UsumacintaLlanuras de Palenque
Montañas MayasCorredor Zinacanteco
Montañas Chamulas
Montañas Zendales
Valle de Jovel
Valles de Huitiupán
Valles de Teopisca
Montañas ZoquesEstribaciones de Chapultenango
Sierra de Tapalapa
Sierra de Tecpatán
Valles de Jitotol

Mapa de tributarios de 1585

Los primeros datos sobre el número de tributarios en la provincia de Chiapas son de finales del siglo XVI. Para esas fechas, la población india había sufrido una enorme caída demográfica como consecuencia de la conquista y colonización españolas, especialmente por la llegada de Europa de enfermedades altamente contagiosas y mortíferas desconocidas en América para las cuales los indios no estaban inmunizados. Su número se redujo de más de la mitad en tan sólo unos 60 años. Su distribución a lo largo del territorio de la provincia, en cambio, parece seguir patrones similares a los que existían antes de la Conquista: la región más densamente poblada era el margen derecho —siguiendo la corriente del río— del valle del Río Grande (ahora Grijalva) y el suroeste de las Montañas Zoques. De hecho, casi todos los pueblos más grandes (Chiapa de indios, Tecpatán, Copanaguastla, Coapa y Copainalá) se encontraban sobre el Camino Real que atravesaba esas dos regiones y que vertebraba toda la economía de la provincia. Sólo Comitán, el tercero por su número de tributarios, se encontraba fuera de esa ruta comercial. También las Montañas Zendales contaba con una red de pueblos de mediano tamaño que se encontraban casi todos a la vera del llamado Camino de Los Zendales.

Mapa de tributarios de 1664

Entre 1585 y 1664, la población india de Chiapas siguió disminuyendo, pero a un ritmo mucho menor. En cambio, la distribución de esa población a lo largo del territorio de la provincia de Chiapas sufrió cambios importantes. Muchos de los pueblos que se encontraban en el margen derecho del valle del Río Grande, en especial los de la Hondonada de Copanaguastla y los de los Valles Coxoh perdieron la gran mayoría de sus habitantes o incluso desaparecieron como consecuencia de las epidemias. Sólo San Bartolomé de Los Llanos (ahora Venustiano Carranza), ubicado a una mayor altitud, conoció un gran crecimiento, duplicando su número de tributarios. Tuxtla pasó de ser una pequeña aldea zoque a convertirse en el segundo asentamiento con más tributarios de la provincia, acercándose a Chiapa de Indios (ahora Chiapa de Corzo), que seguía siendo el más poblado. Las Montañas Zendales y Valles de Huitiupán conocieron también un crecimiento de su población india muy importante, seguramente beneficiándose de la poca presencia de población española. Las Montañas Zoques, antes muy prósperas, perdieron parte de su población india. Sólo Tecpatán logró mantener su importancia económica y vio, después de una baja, crecer en algo su población india.

Mapa de tributarios de 1691

Entre 1664 y 1691, la población india de la provincia de Chiapas dejó de disminuir y pareció estabilizarse. En ese momento, podría haberse pensado que su evolución demográfica tendería a seguir las pautas de la vecina Nueva España —brutal caída de la población seguida de una lenta recuperación a partir de la década de 1620— sólo que con un retraso de unos 40 años, lo que a la postre habría de resultar falso.

La distribución regional siguió las tendencias anteriores. El valle del Río Grande siguió perdiendo habitantes y pueblos que habían tenido una enorme importancia desaparecieron por completo, como fue el caso de Coapa. Copanaguastla quedó reducida a su mínima expresión, al igual que Pochutla y, en menor medida, Aquespala y Huitatán. Este despoblamiento facilitó la extensión de grandes haciendas ganaderas en la región. El Camino Real que seguía el margen derecho del Río Grande empezó a tener serios problemas: entre Escuintenango y San Bartolomé de Los Llanos, mediaban 80 kilómetros y no había ninguna población digna de ese nombre en la que pudieran descansar y repostar los viajeros. Aunque Chiapa y Tuxtla mantuvieron su población india, la articulación regional de la provincia sufrió un cambio fundamental. Los españoles empezaron a buscar la forma de sacar provecho de la cada vez más abundante población que se encontraba en las Montañas Zendales, especialmente en su parte norte. Se obligó a los indios a pagar gran parte de su tributo en dinero, cuando antes lo hacían en especies (maíz, frijol y chile) para obligarlos a buscar trabajo en las haciendas de Ocosingo y de Tabasco o a cultivar cacao en el valle del río Tulijá. La llegada de españoles y ladinos a las Montañas Zendales parece haber provocado que algunos indios hayan abandonado las cabeceras de los pueblos y se hayan refugiado en parajes distantes, logrando algunos de ellos no ser contabilizados como tributarios. Finalmente las Montañas Zoques siguieron despoblándose lentamente, a pesar de la fundación del pueblo de Chicoacán por indios de Tabasco que huían de los ataques de los piratas.

Mapa de tributarios de 1733

Entre 1691 y 1733, la provincia de Chiapas volvió a conocer una muy importante caída demográfica lo que la apartó por completo de la dinámica general que se manifestaba en la Nueva España. Si el nadir de la población tributaria en la Nueva España tuvo lugar en la década de 1620, en Chiapas se produjo en 1733, más de un siglo después. Las razones de esta disminución del número de indios se conocen bastante bien: una serie de malas cosecha agrícolas a fines del siglo XVII y principios del XVIII, que fueron acompañadas de una gran inestabilidad política y social: el motín de Tuxtla en 1693; la rebelión causada por el visitador real Francisco Gómez de Lamadriz en 1701; y, sobre todo, la gran sublevación de 1712 a la que se unieron casi todos los pueblos de las Montañas Mayas.

Ninguna región se salvó de esta catástrofe demográfica: Chiapa perdió la mitad de su población tributaria y Tuxtla una sexta parte. Varios pueblos del valle del río Grande desaparecieron del mapa (Copanaguastla y Huitatán) y otros quedaron reducidos a su mínima expresión. Sólo San Bartolomé de Los Llanos continuó creciendo y se convirtió en un polo de atracción muy importante al hacerse de tierras de algunos pueblos que desaparecieron en el fondo del valle. En los Valles de Jiquipilas, Magdalena de la Pita se despobló por completo, mientras que Jiquipilas se quedó sin tributarios indios y fue repoblado por negros y mulatos.

En las Montañas Zoques, el despoblamiento continuó, afectando especialmente a sus pueblos más importantes: Tecpatán y Copainalá.

Como era de esperarse, la región más castigada por la baja demográfica fue la de las Montañas Zendales, epicentro de la sublevación de 1712, que perdió casi la mitad de sus tributarios, como consecuencia de la represión y de la plaga de chapulines que se abatió sobre la región en los años siguientes. Muchos indios, además, huyeron a Tabasco o se escondieron en las selvas, bosques y montañas, de tal forma que las autoridades españolas ya no lograron censarlas.

Mapa de tributarios de 1776

El periodo entre 1733 y 1776 empezó con muy buenos augurios. Después de las desastrosas décadas anteriores, la población india se recuperó rápidamente hasta alcanzar un número similar al que tenía antes de la sublevación de 1712. Sin embargo, en 1769 se desató una nueva plaga de chapulín que duró tres años y volvió a provocar una fuerte mortandad entre los indios. Chiapa terminó de hundirse y Tuxtla, que había logrado ser designada como sede de una nueva alcaldía mayor, perdió la mitad de su población india, lo que frenó en seco su desarrollo. Varios pueblos del valle del Río Grande se quedaron sin habitantes: Comalapa, Yayahuita, Ostuta y Pochutla. Hasta San Bartolomé de Los Llanos sufrió una merma en su población india. Sólo Comitán y sus haciendas continuaron su crecimiento para volverse el principal centro económico de la provincia. En los Valles de Jiquipilas, los últimos habitantes de Tacuasín se mudaron a Cintalapa.

Los equilibrios regionales en las Montañas Zoques conocieron una transformación muy importante. La Sierra de Tecpatán siguió perdiendo población india, en especial Copainalá y Tecpatán. En cambio, los pueblos de las Estribaciones de Chapultenango, en donde las plantaciones de cacao se multiplicaron, crecieron rápidamente hasta duplicar su población.

Las Montañas Chamulas también duplicaron su número de tributarios. Al rápido crecimiento natural de su población, se sumó un mayor esfuerzo de las autoridades españolas por contabilizar a los indios que vivían en parajes, lejos de las cabeceras de los pueblos.

Las Montañas Zendales empezaron recuperando su población india, pero la plaga de chapulín les afectó enormemente, de tal suerte que volvieron a sufrir una merma demográfica muy importante. Esta catástrofe impulsó, además, a muchos naturales a abandonar las cabeceras de sus pueblos. Algunos se refugiaron en el valle del río Tulijá, mientras que otros fundaron el pueblo de Sabanilla en donde encontraron tierras fértiles de buena calidad.

Mapa de tributarios de 1817

A fines del siglo XVIII, empezó una nueva fase en la historia demográfica de Chiapas, la de un crecimiento constante y cada vez más acelerado, interrumpido sólo momentáneamente por algunas plagas y epidemias o por conflictos sociales mayores, como lo fue la revolución de 1910-1921. Este crecimiento generalizado tuvo de todas maneras ritmos regionales diferenciados entre 1776 y 1817. Los pueblos de los Valles Coxoh (Coneta, Escuintenango) se quedaron sin tributarios, al igual que Comalapa y Yayahuita, en la vecina región del Pie de Monte Cabil. Los sobrevivientes se refugiaron en las estancias ganaderas que siguieron expandiéndose. Más al noroeste, en las Barrancas y Lomeríos de Acala, el número de tributarios disminuyó ligeramente. En los Valles de Jiquipilas, Ocozocoautla no logró recuperarse de los estragos que había causado la plaga de chapulín. En cambio, Cintalapa conoció un rápido crecimiento, que lo llevó a convertirse en el principal asentamiento de la región, en la que proliferaron las haciendas ganaderas. Chiapa siguió perdiendo población india y su decadencia se profundizó aun más. En cambio, Tuxtla logró recuperarse un poco (y sólo un poco) de los estragos que había causado la plaga de chapulín de 1769-1771.

En Comitán la población india siguió creciendo, aunque a un ritmo menor, seguramente porque muchos indios que vivían en las haciendas cercanas no fueron contabilizados. San Bartolomé de Los Llanos, en cambio, se recuperó con creces de la pequeña disminución de tributarios que había sufrido tras la plaga de chapulín.

Por su parte, las Montañas Mayas conocieron un crecimiento demográfico espectacular. Las migraciones de indios, en busca de nuevas tierras de cultivo, dieron lugar a la aparición de nuevos asentamientos como Pantelhó, San Juan El Bosque (que sólo será reconocido como pueblo después de la Independencia), Salto de Agua, San Pedro Sabana y San Carlos Nacaxtlán (ahora Altamirano).

Los padrones de tributarios de las Montañas Zoques muestran también que esta región empezó, por fin, a recuperarse demográficamente, a pesar de que varios pueblos de las Estribaciones de Chapultenango y de la Sierra de Tapalapa no lograron ser contabilizados por las autoridades españolas. Caso excepcional, la región de la Sierra de Tecpatán —que había sido en centro de gravedad de las Montañas Zoques en los siglos XVI y parte del XVII— siguió perdiendo población. Este se desplazó al norte, a las Estribaciones de Chapultenango, que gracias a sus prósperas plantaciones de cacao atrajo a muchos habitantes, no sólo indios.

En vísperas de la Independencia, la provincia de Chiapas tenía una población india más o menos equivalente a la que había conocido en el último tercio del siglo XVI. Sin embargo, su distribución regional había cambiado por completo. Mientras que el Valle del Río Grande (Tuxtla incluida) había concentrado una tercera parte de la población india a fines del siglo XVI, a principios del XIX sólo representaba el 5% del total de la provincia. También las Montañas Zoques había visto reducirse a la mitad su peso demográfico y su distribución interna se había alterado por completo. Las Estribaciones de Chapultenango habían desplazado por completo a la Sierra de Tecpatán.

En cambio, los Llanos de Comitán y las Terrazas de Socoltenango habían pasado de concentrar el 10% de la población india a poseer un 16% en vísperas de la Independencia. La gran región que había conocido un crecimiento de su población india habían sido las Montañas Mayas cuya población pasó de representar un 31 % del total de la provincia a sumar un 62% de dicho total a principios del XIX.