Mapa de 1778
El primer censo de población que cubre todo el obispado de Chiapas y Soconusco —cuya jurisdicción coincidirá con la de la intendencia de Chiapas cuando ésta se creé en el año de 1786— se levantó por órdenes de la Corona española con la participación de los párrocos durante la administración del obispo Francisco Polanco. En ese momento, Chiapas se estaba recuperando de los estragos que había causado la plaga de chapulín (o langosta, como se le conocía también) en los años de 1769 a 1771. A partir de ese año, la población creció a un ritmo cada vez mayor hasta el año 2000, con el único intervalo de 1910 a 1921, en el que se produjo una importante, aunque momentánea, disminución del número de habitantes de Chiapas.
En 1778, los pueblos con mayor número de habitantes eran San Bartolomé de Los Llanos (ahora Venustiano Carranza), Comitán, Ciudad Real (ahora San Cristóbal de Las Casas) y Tuxtla (ahora Tuxtla Gutiérrez). Con la excepción de Ciudad Real, los otros tres asentamientos fueron claves para el desarrollo de las haciendas, cuya expansión se aceleró a partir de esa fecha.
Sin embargo, la gran región más poblada eran las Montañas Mayas, cuyos habitantes —la gran mayoría de ellos indios— conocían un crecimiento demográfico muy acelerado. La Depresión Central llegaba en segundo lugar, pero seguía sin recuperarse por completo de las plagas y epidemias que la habían asolado desde la Conquista.
Mapa de 1880
El periodo de 1778 a 1880 se caracterizó por un notable desarrollo de las haciendas, que se convirtieron en el motor económico del estado de Chiapas. A pesar de diversas epidemias que se produjeron en esos años —principalmente las provocadas por el bacilo del cólera en la década de 1830—, la población siguió creciente, incluso con más vigor después de 1838. A partir de ese año, Comitán se volvió la ciudad más poblada, seguida de San Cristóbal, Tuxtla y Chiapa. San Bartolomé de Los Llanos, en cambio, no resistió las epidemias de cólera que hicieron estragos en la ciudad, además de que muchos pobladores migraron a las haciendas de la región de Cuxtepeques.
Aunque los equilibrios entre las grandes regiones no variaron demasiado, sí se produjeron grandes cambios al interior de cada una de ellas, resultado de la colonización de tierras que se habían quedado casi despobladas. Así, los tzotziles de Los Altos empezaron a expandirse hacia el norte, fundando los pueblos de Pantelhó y de San Juan (ahora El Bosque) a fines del periodo colonial. Otros empezaron a ocupar zonas al oriente, que tradicionalmente eran ocupadas exclusivamente por zoques. Algunos tzeltales migraron en dirección a la Selva Lacandona y formaron el municipio de Chanal. Los choles, a su vez, consolidaron su expansión hacia los valles cercanos (en especial en el Valle del Tulijá), dando lugar a la aparición de los pueblos de Sabanilla, Salto de Agua, Playas de Catazajá y Sabana del Tulijá a fines del periodo colonial y principios del independiente. Una segunda oleada de migrantes choles hacia el norte hizo posible la creación del municipio de La Libertad en 1868 en las Llanuras de Palenque. La prosperidad de las plantaciones de cacao de las Llanuras de Pichucalco atrajo a muchos pobladores y permitió la fundación primero de los pueblos de Pichucalco (1772) y de Tectuapán (antes de 1829), y más adelante de los de Pueblo Juárez (1861) y Reforma (1883). Las fincas de Comitán se expandieron hacia la Selva Lacandona, llevando consigo a sus peones tojolabales y dando lugar a la aparición de varios nuevos asentamientos: San Carlos (ahora Altamirano), La Independencia y Las Margaritas. En la Depresión Central, las haciendas del Macizo Central, de la Frailesca y Cuxtepeques atrajeron a muchos pobladores de distintas regiones.
En este periodo, se produjo otro fenómeno demográfico de enorme importancia, pero que los censos de la época no permiten documentar con precisión porque no proporcionan datos por debajo del nivel municipal: una notable dispersión de la población y una pérdida relativa de la importancia de las grandes ciudades. En efecto, muchos indígenas abandonaron las cabeceras municipales, en busca de nuevas tierras de cultivo y huyendo de la llegada de los ladinos que los explotaban, para asentarse en los llamados parajes. A su vez, el crecimiento de las haciendas provocó un notable aumento del número de peones acasillados.
Mapa de 1930
Entre 1880 y 1930, Chiapas vivió unos cambios demográficos de primera magnitud debido, en gran medida, al rápido desarrollo de las fincas cafetaleras en la región del Soconusco y en las laderas del norte de la Sierra Madre.
En esos 50 años, la población se duplicó, pasando de 247,858 habitantes a 529,983. Ello a pesar del descenso de población que se produjo durante la Revolución Mexicana (1910-1921) como resultado de los enfrentamientos armados, de la destrucción de muchas cosechas y, sobre todo, de los efectos de la mal llamada "gripe española", que se cebó sobre una población mal alimentada.
El otro cambio fundamental fueron las inmensas migraciones que se produjeron hacia las Llanuras del Pacífico, especialmente hacia el Soconusco para trabajar en las plantaciones de café. De igual forma, la Región Sierra tuvo un crecimiento espectacular. Está región que se incorporó a México tan sólo en el año de 1882, a raíz de la firma del tratado de límites con Guatemala, estaba muy poco poblada, dada la mala calidad de sus tierras. Pero en esos años, su población se multiplicó por 11, pasando de unos 3,500 habitantes a más de 40,000. Muchos campesinos chiapanecos y también guatemaltecos se instalaron ahí por las facilidades que dio el gobierno para adquirir tierras. La región se convirtió así en una importante reserva de mano de obra, ya que debido a la baja productividad de sus terrenos agrícolas, los campesinos tenían que complementar sus magras cosechas trabajando varios meses al año en las fincas cafetaleras cercanas.
Las corrientes migratorias que se habían iniciado en el periodo anterior continuaron. Así las haciendas de Cuxtepeques y la Frailesca, al igual que las de la Meseta Central (de Cintalapa a Tuxtla Gutiérrez) siguieron atrayendo a muchos campesinos, por lo general indígenas, a pesar de que fueron las regiones más afectadas por los enfrentamientos armados de la década revolucionaria. Curiosamente, si bien las haciendas de la región conocieron un auge muy importante, Tuxtla Gutiérrez no creció más rápidamente que el conjunto del estado, a pesar de que en 1892, la capital se trasladó a esa ciudad. En cambio, San Cristóbal tuvo unas décadas de esplendor gracias al control que ejercía sobre la mano de obra indígena de Los Altos, lo que convirtió a su élite en proveedores de trabajadores para las fincas cafetaleras. En las primeras décadas del siglo XX fue así la ciudad con el mayor número de habitantes.
La gran mayoría de los migrantes internos que poblaron La Frailesca y Cuxtepeques fueron en buena medida indígenas originarios de Los Altos, razón por la cual la población de esta región se estancó. Los censos de 1921 y de 1930 indican que, incluso, decreció, pero es probable que ello se deba a un subregistro de los municipios indígenas de Los Altos.
En resumen, además de un crecimiento demográfico muy importante, durante estos 50 años se produjo una notable redistribución de la población de las regiones más densamente pobladas hacia las más deshabitadas.
Mapa de 2000
Entre 1930 y el año 2000, la tasa de crecimiento de la población prácticamente se duplicó, pasando de 1.53% a 2.90%, gracias principalmente a las campañas de vacunación y a la generalización del uso de antibióticos que permitieron disminuir fuertemente las tasas de mortalidad, como sucedió de hecho en todo el país. El otro aspecto muy llamativo del periodo fue la atenuación muy marcada de las corrientes migratorias internas al estado de Chiapas. La distribución regional de la población sufrió así pocos cambios en esos años. En efecto, el reparto agrario arraigó a muchos campesinos, en especial a los indígenas de las Montañas Mayas, a sus tierras. Sólo a partir de la décadas de 1970 y 1980, se produjo una migración hacia las zonas despobladas de la Selva Lacandona. A pesar de que la colonización de las Cañadas y de la zona fronteriza con Guatemala ha tenido consecuencias políticas y ambientales muy importantes, en términos cuantitativos, dicha migración tuvo una magnitud mucho menor que la de los desplazamientos masivos de población que se dieron en el periodo anterior. Vale la pena señalar que estamos haciendo referencia a migraciones definitivas y no estacionales, porque estas últimas siguieron siendo muy importantes hasta la década de 1970 entre Los Altos de Chiapas y las fincas de café de las dos vertientes de la Sierra Madre.
Sin embargo, sorprendentemente ni el cultivo del café ni las plantaciones de azúcar o de algodón y caña de azúcar en el Soconusco o la ganadería extensivo de la región Istmo Costa lograron generar dinámicas económicas regionales favorables y las Llanuras del Pacífico empezaron a crecer a un ritmo notablemente inferior al resto del estado. Así, Tapachula que había logrado ser en 1960 la ciudad más poblada del estado dejó su lugar a Tuxtla Gutiérrez tan sólo una década después.
Las Montañas Zoques continuaron con su tendencia histórica de crecer a un ritmo inferior al resto del estado, en especial el Corazón Zoque y la Vertiente del Golfo. Además, la erupción del volcán Chichonal en 1982 obligó a muchos campesinos —muchas veces indígenas zoques— a desplazarse a otras regiones del estado.
Lo más llamativo del periodo fue que el fin de los transvases entre regiones no dio lugar a fuertes corrientes migratorias hacia las ciudades, como sucedió en gran parte del país. Si bien, Tuxtla Gutiérrez tuvo un crecimiento muy importante a partir de la década de 1970, el proceso de urbanización en Chiapas se rezagó notablemente con respecto al resto del país. Así, si en la república mexicana la población que vivía en ciudades de más de 15,000 habitantes se multiplicó por más de 20 entre 1930 y 2000, en Chiapas lo hizo tan sólo por 7.4 veces. Esta urbanización tan débil, aunada a la llegada de decenas de miles jóvenes varones a la edad de trabajar a partir de la década de 1970, provocó una crisis económica muy grave, cuyos mayores efectos se hicieron sentir en el campo en donde vivía la gran mayoría de la población. Las invasiones de tierras de propiedad privada y el levantamiento alzado zapatista de 1994 tuvieron como trasfondo el fracaso de las ciudades por ofrecer empleo a los jóvenes que se incorporaban al mercado de trabajo.
Mapa del 2020
El periodo más reciente en la historia de Chiapas, se caracteriza por un descenso muy notable de la tasas de crecimiento de la población. Si entre 1930 y 2000 está fue de 3.20% anual, en las dos últimas décadas se ha reducido al 1.83%. Este descenso es muy desigual según las distintas regiones del estado. Es muy notorio en las Llanuras del Pacífico, la Región Sierra, la Depresión Central, en algunas partes de las Montañas Zoques (la Vertiente del Mezcalapa y la Vertiente del Golfo). En cambio, ha sido mucho menor en las Montañas Mayas (especialmente en Los Altos) y en la Selva Lacandona, regiones pobladas en su gran mayoría por indígenas. Ello no es muy sorprendente, ya que en esas regiones la llamada "revolución demográfica" tiene un par de décadas de retraso. La disminución de las tasas de mortalidad fue más tardía que en el resto del estado y ahora, lógicamente, el descenso de las tasas de natalidad también está rezagada.
La crisis económica, social, política y ambiental que vivió Chiapas en la década de 1990 provocó una fuerte corriente migratoria hacia los Estados Unidos a partir de 1998, que se frenó en seco con la crisis mundial de 2008 que puso fin abruptamente a esa migración. En su lugar, ahora muchos campesinos, sobre todo indígenas, migran por temporadas como trabajadores agrícolas al Bajío y al norte de la república, sin dejar de tener por lo general su residencia permanente en Chiapas.
Ello muestra que el estado sigue sin crear fuentes de trabajo de importancia, a pesar del crecimiento del turismo. Ello es tan cierto que en la última década (2010-2020) la población rural ha crecido más rápidamente que la de las ciudades, lo que agrava todavía más el rezago de Chiapas con respecto al resto del país.